18 may 2009

Ricardito corazón

El niño Ricardito creció en una ciudad que muy pocos conocen y de la que sólo algunos han escuchado el nombre, ubicada a más o menos 3500 m.s.n.m.

Han pasado algo más de cuarenta años y el señor Ricardo ahora es una persona importante en una ciudad costeña que lo discriminaría de no ser porque tiene un cargo notable. Contarles cómo llegó a ocupar ese sillón tan cómodo de su oficina no es importante, "el fin justifica los medios" le aconsejó Maquiavelo hace muchos años.

Dentro de su empresa, es conciente que muchos lo quieren ver derrotado, pero él no se rinde ante las adversidades provocadas por todo ese alto de quejas debido a tantos malos manejos durante su gestión, ni ante las miradas llenas de rencor de algunos de sus subordinados. El señor Ricardo fue adoctrinado para pasar por alto estas situaciones incómodas y amedrentar a su personal; por supuesto no a todo el personal, sólo a aquellos que tienen opiniones contrarias a las de él.

Pero el señor Ricardo es inteligente, entonces tiene muchos amigos que se encargan de limpiar su mugre, sobre todo aquel Gerente que lo aprecia tanto por la cantidad de amistades femeninas que ha forjado a lo largo de estos últimos años gracias a él.

El señor Ricardo también sabe que sus trabajadores son bastante cobardes. Sabe que ellos hablarán de él a sus espaldas, renegarán y dirán miles de cosas, pero que nadie moverá absolutamente ni un sólo dedo porque a partir de ese momento quedarían en juego sus puestos de trabajo.

Pero que no se malinterpreten mis palabras. El señor Ricardo tiene un buen corazón. Él ayuda a los más pobres. Se acuerda de sus días en su pueblo y de las necesidades que tuvo cuando era niño. Hace obras de caridad con aquellos que se encuentra en angustia y es por eso que con los demás es duro: les quiere enseñar una lección de humildad, una lección de amor. Pero sobre todo, el hecho de realizar estas buenas obras lo hacen sentirse bien consigo mismo. Le hacen sentirse más grande aún y lo demuestra inflando el pecho y caminando con la cabeza bien, bien en alto.