7 nov 2011

Provocación

Tendido sobre su espalda, aprovecha los rayos del sol para broncear su pecho de aspecto fuerte, musculoso y varonil. Observas como las sombras creadas por las nubes que juegan delante del sol dibujan sobre su piel deliciosas curvas. Su cabeza descansa sobre su brazo. Su hermoso cabello luce radiante. El rostro relajado. Mantiene los ojos cerrados, sus labios rosados ligeramente separados inician un fuego en tu pecho que sube hasta tus mejillas. Tu respiración se acelera. Él se pone de pie y tu intento por disimular tu deseo es inútil. Él ha visto el fuego en tus ojos. Se acerca. Más cerca. Puedes sentir su aroma y tu piel se electriza. Cada poro de tu cuerpo cobra vida e inútilmente intentan alcanzar su piel. Él se acerca aún más. Toma delicadamente tu mentón entre sus dedos. Te sientes perdida. Sientes que estás girando pero ni siquiera te mueves. No respiras. Él sonríe. Acaricia tu mejilla con el reverso de sus dedos. Su dedo pulgar termina creando un rastro ardiente sobre tus labios.
Y se ha ido.
Ha provocado que todos tus sentidos se alteren.
Y se ha ido.
Lo buscas con la mirada. Camina alejándose de ti y cuando ya dabas este caso por perdido, gira. Gira su cabeza hacia ti mientras continúa caminando y logras ver en sus ojos el destello del deseo. Sonríe.
Tu pasión es ahora diez veces mayor.

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